Hola, me llamo Carlos
y soy fotógrafo
He perdido ya la noción del tiempo intentando recordar cuándo fue la primera vez que me vi con una cámara entre mis manos. Recuerdo de niño deslizarme a hurtadillas en la habitación de mis padres para poder coger la “máquina” de mi padre. La mayoría de las veces estaba en el estante más alto de algún armario al que no llegaba, así que se convirtió para mí en un preciado objeto de deseo.
Pasaron los años y, mientras me ganaba los favores paternos para usar su Voigtländer, comencé a disparar mis primeros carretes en los veranos que pasaba en la Sierra de Gredos, en casa de mis abuelos. Me gustaba andar detrás de ellos y retratarles desprevenidos, sin hacerles posar. Tarea nada fácil si no conoces de antemano el carácter parco de los castellanos… Pero algo iba bien cuando conseguía arrancarles una sonrisa al llevarles las copias al verano siguiente.